Además de contar con una de las densidades de población más bajas de Europa, con comarcas que son auténticos desiertos demográficos, Aragón se caracteriza por la fuerte pérdida demográfica experimentada por muchas de sus comarcas a lo largo del siglo pasado, el desequilibrio territorial y el alto grado de envejecimiento de su población. En este sombrío panorama han confluido históricamente causas y efectos de naturaleza económica, social, política, cultural… y auténticos dramas personales, con el desarraigo como telón de fondo y una serie de imágenes —la caída de una chimenea, el cierre de una escuela— que martillean en la memoria de muchos.
En nuestra comunidad autónoma, el problema de la despoblación está asociado a numerosas demandas y asignaturas pendientes desde hace décadas (infraestructuras y comunicaciones, preservación del patrimonio…), tras las que se cobijan claves —identidad, posibilidades económicas y articulación del territorio— para el futuro de Aragón.
Todo esto explica que la lucha contra la despoblación sea un importante objetivo de determinadas políticas institucionales y sus programas de desarrollo rural, que se den iniciativas particulares enfocadas hacia un modo de vida distinto al urbano, que haya colectivos interesados en la recuperación de núcleos deshabitados, que proliferen emprendedores dispuestos a aprovechar los recursos que pueden aportar ciertos espacios, y que un tema como el de la inmigración pueda ser visto como una alternativa de supervivencia para muchas localidades y comarcas.
Analizar los fenómenos aparejados con la despoblación y sus alternativas, es el cometido fundamental de esta Exposición, a través de la cual el Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales continúa su labor de divulgación de una realidad a la que nadie es ajeno. Y lo hace, además, con una nítida vocación didáctica. Porque nunca es tarde para aprender y para ampliar horizontes.