El magnífico proyecto literario-fotográfico de Antón Castro y Rafael Navarro fue protagonista en una tarde repleta, también, de música y poesía
La sala Pilar Sinués del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza se quedó pequeña para la presentación, el pasado 5 de febrero, de este libro que aúna literatura y fotografía con nombre y tacto de mujer. La voz de Sara Comín y la guitarra de José Luis Arrazola pusieron pórtico, pausa y cierre a un acto rico en palabras e imágenes, adornado también con la lectura de uno de los relatos de Mujeres soñadas a cargo del actor Jaime García Machín.
José Luis Melero, en representación de los editores (Rolde de Estudios Aragoneses y Aladrada Ediciones) dio la bienvenida, agradeció la hospitalidad de la Universidad de Zaragoza, enmarcó el proyecto dentro de la colección «Los sueños» del catálogo de REA, y dio paso a las palabras de los autores y de sus presentadoras, la diseñadora Ana Bendicho y la escritora Cristina Grande (ambas, además, apasionadas de la fotografía).
El acto fue, en suma, un canto a la sensibilidad, a la creatividad, por el que desfilaron nombres de amigos y amigas a quienes había mucho que agradecer. Nuestro agradecimiento, también, a librería Cálamo por coorganizar la presentación con nosotros (aportando su profesionalidad con la provisión de ejemplares a quienes desearon adquirirlos) y al Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Zaragoza, del cual ofrecemos aquí la grabación de la actuación musical de apertura, a cargo de Sara Comín y José Luis Arrazola.
Apertura musical del acto (Sara Comín y José Luis Arrazola)
Mujeres soñadas es un libro de retratos y antirretratos fotográficos y de cuentos, perfiles y apuntes literarios. Propone un recorrido por un mundo de percepciones y de sentimientos encontrados a través de veintiocho imágenes y otros tantos textos, impregnados de memoria, ilusión y lirismo.
La fotografía dotada de sensualidad y matices de Rafael Navarro y la prosa pausada y evocadora de Antón Castro se entreveran y componen un tándem sugerente, que lo ansía casi todo: vidas inventadas, fábula y viaje, textura de los cuerpos y desnudez en las almas, imaginación y erotismo.
El fotógrafo y el escritor, señala en el prólogo Fernando Sanmartín, “transmiten sus mensajes, la pureza, el insomnio, convirtiendo imagen y relato en un rectángulo que contiene lo táctil, el acto legendario, la mirada como una ceremonia -algo que resulta esencial- y la ficción mezclada con lo inexorable”.
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